DE LA SOBERBIA DE LA VIDA
EL MAL
Con la
soberbia va junta la vanidad, por la
que procuramos desordenadamente la buena estimación de los demás, su aprobación
y sus alabanzas. Es lo que suele
llamarse la vanagloria. Porque como nota Bossuet “si esas alabanzas
son falsas o injustas, ¡cuán triste es el engaño mio al complacerme tanto de
ellas! Y, si fueren verdaderas, ¿de
dónde me viene el otro engaño, de deleitarme menos de la verdad que del
testimonio de los hombres?” Cosa
extraña, en verdad, que cuidemos más de la buena estimación de los hombres que
de la virtud misma, y que mayor vergüenza tengamos de un yerro público que de
un pecado secreto. Quien se dejare
llevar de este vicio, no tardara en ver nacer otros: la jactancia,
que inclina a hablar de sí mismo y de los propios buenos éxitos; la ostentación,
que procura llamar la atención de los demás con lujo y el fausto; la hipocresía, que finge por de fuera
virtud, sin cuidar de adquirirla.
Adolphe Tanquerey
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