Sunday, September 25, 2016

LOS MEDIOS PARA CONSEGUIR LA CONFIANZA EN DIOS

Cuatro son los medios para lograr progresar en la confianza en Dios.

El primero: pedirla muchas veces y con humildad, en nuestra oración. Jesús
prometió: "Todo el que pide recibe. Mi Padre dará el buen espíritu a quien se lo
pida" (Lc 11, 11).

El segundo medio es: pensar en el gran poder de Dios y en su infinita
bondad, que lo mueve a conceder siempre mucho más de lo que se le suplica.
Recordar lo que el ángel le dijo a la Virgen María: "ninguna cosa es imposible
para Dios" (Lc 1, 38).

Es muy provechoso pensar de vez en cuando que Dios por su inmensa bondad y
por el exceso de amor con que nos ama, está siempre dispuesto y pronto a darnos
cada hora y cada día todo lo que necesitemos para la vida espiritual y para
conseguir la victoria contra el egoísmo y las malas inclinaciones, si le pedimos con
filial confianza. El Salmo 145 dice: "Dios satisface los buenos deseos de sus
fieles".

ALGO QUE CONVIENE RECORDAR

Para aumentar la confianza en Nuestro Señor, pensemos que por 33 años ha vivido
en esta tierra en medio de sacrificios y sufrimientos, para lograr salvar nuestra alma.
Recordemos que cada uno de nosotros somos la oveja extraviada que por sus
imprudencias se alejó del rebañe del Señor, y Él nos ha venido llamando noche y
día para que volvamos a ser del grupo de los que lo van a acompañar en el cielo
para siempre. Sudor, sangre y lágrimas ha tenido que derramar para obtener que
volvamos a ser del número de sus ovejas fieles. Sí por una oveja que se extravió se
arriesgó a ir tan lejos a buscarla, ¿cuánto más nos ayudará a quienes lo buscamos
y clamamos e imploramos su ayuda? Cuando escucha que la oveja brama desde el
precipicio donde ha caído, temerosa de los aullidos de los lobos que ya se
escuchan a lo lejos, el buen Pastor corre a protegerla y defenderla. Y no la humilla,
ni la golpea, ni le echa en cara su imprudencia, sino que cariñosamente la lleva
sobre sus hombros hasta donde está el grupo de las ovejas que han permanecido
fieles. Consideremos que nuestra alma está representada en esa pobre oveja, a la
cual Jesús se interesa inmensamente por salvarla de los peligros del mundo, del
demonio y de la carne, trata cada día de llevarla a la santidad.

La moneda perdida. Narraba Jesús el caso de aquella mujer a la cual se le
perdió una moneda de plata, lo que equivalía al mercado de un día para la familia y
ella se dedica a barrer la casa y a sacudir esteras y muebles hasta que logra
encontrarla, muy contenta invita a las vecinas a que la feliciten por la gran alegría
que siente al haber recuperado la moneda perdida. Y Jesús en ese hermoso
capítulo 15 del Evangelio de san Lucas en el cual narra estas parábolas, nos habla
de que en el cielo, Dios y sus ángeles sienten gran alegría por un alma que estaba
ya pérdida y que vuelve a recuperarse para el Reino de Dios. También Dios siente
la alegría de encontrar lo que se ha perdido. Y cada uno de nosotros puede proporcionarle
esa alegría al retornar otra vez en nuestra vida de pecado a la vida de
gracia y santidad. Y el más interesado en que esto suceda es nuestro Divino
Salvador.

Estoy a la puerta y llamo. En el Libro del Apocalipsis dice Jesús: "He aquí que
estoy a la puerta y llamo. Si alguien me abre la puerta de su alma, entraré y
cenaremos juntos" (Ap 3, 21). Con esto demuestra Nuestro Señor el gran deseo
que Él tiene de vivir en nuestra alma, dialogar con nosotros y regalarnos sus dones
y gracias. Y si viene con tan buena voluntad, ¿no nos concederá los favores que
deseamos?

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