Tuesday, September 13, 2016

LA DESCONFIANZA QUE SE HA DE TENER EN SI MISMO

La desconfianza en sí mismo es sumamente necesaria en el combate espiritual,
que sin esta cualidad o condición, no solamente no podremos triunfar contra los
enemigos de nuestra santidad, si no que ni siquiera lograremos vencer las más
débiles de nuestras pasiones. Siempre se cumplirá lo que dijo la profetisa Ana en la
Biblia: "No triunfa el ser humano por su propia fuerza" (cf. 1S 2, 9). Y lo que
anunció el profeta: "mi pueblo dijo: 'soy fuerte'. Puedo resistir solo al enemigo. Y fue
entregado en poder de sus opresores".

Es necesario grabar profundamente en nuestra mente esta verdad, porque
sucede desafortunadamente que aunque en verdad no somos sino nada y miseria,
sin embargo tenemos una falsa estimación de nosotros mismos, creyendo sin
ningún fundamento, que somos algo, que podemos algo, que vamos a ser capaces
de vencer por nuestra cuenta y con las propias fuerzas.

Este error es funesto y trae fatales consecuencias y es efecto de un dañoso
orgullo que desagrada mucho a los ojos de Dios. Y si lo aceptamos se cumplirá en
cada uno lo que cuenta el salmista: "Yo creía muy tranquilo; no fracasaré jamás.
Pero alejaste oh Dios tu ayuda de mi lado, y caí en derrota y opresión" (Sal
30).

Tenemos que convencernos que no hay virtud, ni cualidad, ni buen proceder en
nosotros que no proceda de la bondad y misericordia de Dios, porque nosotros
mismos como dice san Pablo, ni siquiera podemos decir por propia cuenta que
Jesús es Dios. "Toda nuestra capacidad viene de Dios. Pues Dios es el que
obra en nosotros el querer y el obrar" (Flp 2, 13). Por nuestras solas fuerzas lo
que somos capaces de producir es: maldad, imperfección y pecado.

La desconfianza es sí mismo es un regalo del cielo y Dios la concede en
mayor grado a las almas que tiene destinadas a más alta dignidad, hasta que
puedan repetir lo que decía aquella famosa mujer de la antigüedad, santa Ildegarda:
"De lo único que puedo tener absoluta seguridad en cuanto a mí misma, es de
mi pavorosa debilidad para pecar y de mi terrible inclinación hacia el mal".

Un camino: Dios lleva al alma hacía la desconfianza en sí misma permitiendo
que le lleguen tentaciones casi insuperables, caídas humillantes, reacciones
inesperadas, que aparezcan en su naturaleza unas inclinaciones inconfesables y
dejándola por ciertos tiempos en una tan oscura noche del alma que hasta para
decir un Padrenuestro siente fatiga y desgano. De manera que se llegue a adquirir
la convicción de la total impotencia e incapacidad para caminar hacía la perfección
y la santidad, si el poder de Dios no viene a ayudar.

Los remedios. El principal remedio, de los cuatro que vamos a aconsejar es
pensar y meditar hasta convencerse de que por las propias y solas fuerzas
naturales no somos capaces de dedicarnos a obrar el bien y a evitar el mal, ni de
comportarnos de tal manera que merezcamos entrar al Reino de los cielos. En
nuestra memoria deben estar siempre aquellas palabras de Jesús: "Sin mí, nada
podéis hacer".

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