Thursday, September 15, 2016

LA DESCONFIANZA QUE SE HA DE TENER DE SI MISMO

Hay un tercer remedio para adquirir la desconfianza en sí mismo (respecto al
lograr conseguir por nuestra propia cuenta la santidad) y consiste en acostumbrarse
poco a poco a no fiarse de las propias fuerzas para lograr mantener el alma sin
pecado, y a sentir verdadero temor acerca de las trampas que nos van a presentar
nuestras malas inclinaciones que tienden siempre hacía el pecado; a recordar que
son innumerables los enemigos que se oponen a que consigamos la perfección, los
cuales son incomparablemente más astutos y fuertes que nosotros y aun logran
hacer lo que ya temía san Pablo:

"Se transforman en ángeles de luz, para engañarnos" (1Co 11, 14)
 y con apariencia de que nos están guiando hacía el cielo nos ponen trampas contra nuestra salvación.

Con el salmista podemos repetir:
"¡Cuántos son los enemigos de mi alma, Señor! Y la odian con odio cruel".  Y no nos
queda sino repetirle la súplica del Salmo 12:

"Señor: ¿Hasta cuándo van a triunfar los enemigos de mi alma? Que no pueda decir mi enemigo: le he vencido: "Qué no se alegren mis adversarios de mi fracaso".

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