Thursday, September 29, 2016

CÓMO PODEMOS CONOCER SI OBRAMOS CON DESCONFIANZA EN NOSOTROS MISMOS Y CON CONFIANZA EN DIOS

Muchas veces las almas que creen ser lo que no son, se imaginan que ya
consiguieron la desconfianza en sí mismas y la suficiente confianza en Dios, pero es
un error y un engaño que no se conoce bien sino cuando se cae en algún pecado,
pues entonces el alma se inquieta, se desanima, se aflige y pierde la esperanza de
poder progresar en la virtud; y todo esto es señal de que no puso su confianza en
Dios sino en sí misma, si su desesperación y su tristeza son muy grandes, esto es
un argumento claro de que confiaba mucho en sí y poco en Dios.

Diferencia: quien desconfía mucho de sí mismo, de su debilidad e inclinación al mal
y pone toda su confianza en Dios, cuando comete alguna falta no se desanima, ni
se inquieta demasiado, ni se desespera, porque conoce que sus faltas son un efecto
natural de su debilidad y del poco cuidado que ha tenido en aumentar su confianza
en Dios; antes bien, con esta amarga experiencia aprende a desconfiar más de sus
propias fuerzas y a confiar con mayor humildad en la bondad de Nuestro Señor,
aborreciendo con toda su alma las faltas cometidas y las pasiones desordenadas
que llevan a cometer esos errores; pero su dolor y arrepentimiento son suaves,
pacíficos, humildes, llenos de confianza en que la misericordia divina le tendrá
compasión y le perdonará; vuelve otra vez a sus prácticas de piedad y se propone
enfrentarse a los enemigos de su salvación con mayor ánimo, más fuerza y sacrifico
que antes.

Una causa engañosa: en esto es importante que piensen y consideren algunas
personas espirituales que cuando caen en alguna falta se afligen y se desaniman
con exceso, muchas veces, quieren más librarse de la inquietud y pena que su
pecado les proporciona, que por recuperar otra vez la plena amistad con Dios; y si
buscan rápidamente al confesor no es tanto por tener contento a Nuestro Señor,
sino por recuperar la paz y tranquilidad de su espíritu (por eso cierto confesor a una
religiosa que le decía que había gritado esa tarde a su superiora, le dijo: "Por hoy
no se confiese todavía. Aguarde a que pasen tres días y cuando le haya pedido
excusas a su superiora venga a pedir perdón por medio de su confesor". Así evita
aquel sacerdote que esa alma buscará sólo obtener su propia paz y tranquilidad, en
vez de buscar primero hacer la paz y amistad con Dios y con la persona ofendida).

Preguntas muy importantes: cada cual debe preguntarse de vez en cuando:
¿cuál es la causa de la tristeza que siento por haber pecado? ¿El haber disgustado
al buen Dios? ¿El haber hecho daño a los demás? ¿El haber afeado horriblemente
mi alma que está siendo observada por Dios y sus ángeles? ¿El haber perdido un
grado de brillo y de gloria para la eternidad? ¿El haberme acarreado un castigo más
para el día en que el Justo Juez pague a cada uno según sus obras y según su
conducta? ¿O simplemente lo que me entristece es que mi amor propio y mi orgullo


quedaron heridos? ¿O que mi apariencia de santidad quedó disminuida? Importante
preguntarse esto muchas veces.

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