Thursday, September 29, 2016

CÓMO PODEMOS CONOCER SI OBRAMOS CON DESCONFIANZA EN NOSOTROS MISMOS Y CON CONFIANZA EN DIOS

Muchas veces las almas que creen ser lo que no son, se imaginan que ya
consiguieron la desconfianza en sí mismas y la suficiente confianza en Dios, pero es
un error y un engaño que no se conoce bien sino cuando se cae en algún pecado,
pues entonces el alma se inquieta, se desanima, se aflige y pierde la esperanza de
poder progresar en la virtud; y todo esto es señal de que no puso su confianza en
Dios sino en sí misma, si su desesperación y su tristeza son muy grandes, esto es
un argumento claro de que confiaba mucho en sí y poco en Dios.

Diferencia: quien desconfía mucho de sí mismo, de su debilidad e inclinación al mal
y pone toda su confianza en Dios, cuando comete alguna falta no se desanima, ni
se inquieta demasiado, ni se desespera, porque conoce que sus faltas son un efecto
natural de su debilidad y del poco cuidado que ha tenido en aumentar su confianza
en Dios; antes bien, con esta amarga experiencia aprende a desconfiar más de sus
propias fuerzas y a confiar con mayor humildad en la bondad de Nuestro Señor,
aborreciendo con toda su alma las faltas cometidas y las pasiones desordenadas
que llevan a cometer esos errores; pero su dolor y arrepentimiento son suaves,
pacíficos, humildes, llenos de confianza en que la misericordia divina le tendrá
compasión y le perdonará; vuelve otra vez a sus prácticas de piedad y se propone
enfrentarse a los enemigos de su salvación con mayor ánimo, más fuerza y sacrifico
que antes.

Una causa engañosa: en esto es importante que piensen y consideren algunas
personas espirituales que cuando caen en alguna falta se afligen y se desaniman
con exceso, muchas veces, quieren más librarse de la inquietud y pena que su
pecado les proporciona, que por recuperar otra vez la plena amistad con Dios; y si
buscan rápidamente al confesor no es tanto por tener contento a Nuestro Señor,
sino por recuperar la paz y tranquilidad de su espíritu (por eso cierto confesor a una
religiosa que le decía que había gritado esa tarde a su superiora, le dijo: "Por hoy
no se confiese todavía. Aguarde a que pasen tres días y cuando le haya pedido
excusas a su superiora venga a pedir perdón por medio de su confesor". Así evita
aquel sacerdote que esa alma buscará sólo obtener su propia paz y tranquilidad, en
vez de buscar primero hacer la paz y amistad con Dios y con la persona ofendida).

Preguntas muy importantes: cada cual debe preguntarse de vez en cuando:
¿cuál es la causa de la tristeza que siento por haber pecado? ¿El haber disgustado
al buen Dios? ¿El haber hecho daño a los demás? ¿El haber afeado horriblemente
mi alma que está siendo observada por Dios y sus ángeles? ¿El haber perdido un
grado de brillo y de gloria para la eternidad? ¿El haberme acarreado un castigo más
para el día en que el Justo Juez pague a cada uno según sus obras y según su
conducta? ¿O simplemente lo que me entristece es que mi amor propio y mi orgullo


quedaron heridos? ¿O que mi apariencia de santidad quedó disminuida? Importante
preguntarse esto muchas veces.

Tuesday, September 27, 2016

LOS MEDIOS PARA CONSEGUIR LA CONFIANZA EN DIOS.

El cuarto y último remedio para que logremos al mismo tiempo adquirir
desconfianza en nuestras solas fuerzas y gran confianza en Dios, es que cuando
nos proponemos hacer alguna obra buena o conseguir alguna virtud o cualidad
fijemos nuestra atención primero en la propia miseria, debilidad y luego en el
enorme poder de Dios y en el deseo

infinito que tiene de ayudarnos y así equilibráremos el temor que nos viene de
nuestra incapacidad y de la inclinación hacía el mal, con la seguridad que nos
inspira la ayuda poderosísima que el buen Dios nos quiere enviar, y nos determinaremos
a obrar y combatir valientemente. "Yo, más mis fuerzas y
capacidades, igual: nada. Pero yo, mis fuerzas, mis capacidades, más la ayuda de
Dios, igual: éxitos incontables. "No es que nosotros mismos podamos nada, dice
san Pablo: toda nuestra suficiencia viene de Dios". La autosuficiencia orgullosa
lleva al fracaso. La humilde confianza en Nuestro Señor consigue éxitos
formidables.

Las tres fuerzas: con la desconfianza en nosotros mismos y la confianza en
Dios, unidas a una constante oración seremos capaces de hacer obras grandes y
de conseguir victorias maravillosas. Hagamos el ensayo y veremos efectos
inesperados.

Pero si no desconfiamos en nuestra miseria y no ponemos toda la confianza en
la ayuda de Dios, y si descuidamos la oración, terminaremos en tristes derrotas
espirituales. Cuanto más confiemos en Dios, más favores suyos recibiremos.
Recordemos siempre lo que el Señor le dijo a una gran santa: "No olvides que Yo
tengo poder y bondad para darte mucho más de lo que tú puedes atreverte a
pedir o a desear". Es lo que san Pablo había enseñado ya hace tantos siglos (Ef
3, 20).

SEÑOR: DICHOSOS LOS QUE CONFÍAN EN TI (SAL 83)

Monday, September 26, 2016

LOS MEDIOS PARA CONSEGUIR LA CONFIANZA EN DIOS.

El tercer remedio para conseguir una gran confianza en Dios es repasar de
vez en cuando lo que dice la Sagrada Escritura acerca de lo importante que es
confiar en Nuestro Señor. Por ejemplo el Salmo 2 dice: "Dichosos serán los que
confían en Dios". Y el Salmo 19 afirma: "Unos confían en sus bienes de fortuna.
Otros en sus armas defensivas. Nosotros en cambio confiamos en Dios e
imploramos su ayuda, mientras los otros caen derribados, nosotros logramos
permanecer en pie". Y el salmista añade después: "Señor: porque confío en Tí,
por eso no seré confundido eternamente" (Sal 24). Los que confían en Dios no
serán rechazados por Él (cf. Sal 33). Quien confía en Dios verá que Él actuará
en su favor. Soy viejo y nunca he visto que alguien haya confiado en Dios y haya
fracasado (cf. Sal 36). Quienes confían en el Señor son como el Monte Sión, no
serán conmovidos ni derribados por los ataques ni las contrariedades (cf. Sal 124).
Quien confía en Dios será bendecido, prosperará y será feliz (cf. Pr 28).

77 veces dice la Sagrada Escritura que para quien pone su confianza en Dios
vendrán bendiciones, felicidad, paz, progreso y bendición. Si lo dice 77 veces es
que esto es demasiado importante para que se nos vaya a olvidar.

Por eso el profeta exclamó: "A¿Sabes a quiénes prefiere el Señor?  A los que
confían en su misericordia". Jamás alguna persona ha confiado en Dios y ha sido
abandonada por Él (cf. Ecl 2, 11).

Sunday, September 25, 2016

LOS MEDIOS PARA CONSEGUIR LA CONFIANZA EN DIOS

Cuatro son los medios para lograr progresar en la confianza en Dios.

El primero: pedirla muchas veces y con humildad, en nuestra oración. Jesús
prometió: "Todo el que pide recibe. Mi Padre dará el buen espíritu a quien se lo
pida" (Lc 11, 11).

El segundo medio es: pensar en el gran poder de Dios y en su infinita
bondad, que lo mueve a conceder siempre mucho más de lo que se le suplica.
Recordar lo que el ángel le dijo a la Virgen María: "ninguna cosa es imposible
para Dios" (Lc 1, 38).

Es muy provechoso pensar de vez en cuando que Dios por su inmensa bondad y
por el exceso de amor con que nos ama, está siempre dispuesto y pronto a darnos
cada hora y cada día todo lo que necesitemos para la vida espiritual y para
conseguir la victoria contra el egoísmo y las malas inclinaciones, si le pedimos con
filial confianza. El Salmo 145 dice: "Dios satisface los buenos deseos de sus
fieles".

ALGO QUE CONVIENE RECORDAR

Para aumentar la confianza en Nuestro Señor, pensemos que por 33 años ha vivido
en esta tierra en medio de sacrificios y sufrimientos, para lograr salvar nuestra alma.
Recordemos que cada uno de nosotros somos la oveja extraviada que por sus
imprudencias se alejó del rebañe del Señor, y Él nos ha venido llamando noche y
día para que volvamos a ser del grupo de los que lo van a acompañar en el cielo
para siempre. Sudor, sangre y lágrimas ha tenido que derramar para obtener que
volvamos a ser del número de sus ovejas fieles. Sí por una oveja que se extravió se
arriesgó a ir tan lejos a buscarla, ¿cuánto más nos ayudará a quienes lo buscamos
y clamamos e imploramos su ayuda? Cuando escucha que la oveja brama desde el
precipicio donde ha caído, temerosa de los aullidos de los lobos que ya se
escuchan a lo lejos, el buen Pastor corre a protegerla y defenderla. Y no la humilla,
ni la golpea, ni le echa en cara su imprudencia, sino que cariñosamente la lleva
sobre sus hombros hasta donde está el grupo de las ovejas que han permanecido
fieles. Consideremos que nuestra alma está representada en esa pobre oveja, a la
cual Jesús se interesa inmensamente por salvarla de los peligros del mundo, del
demonio y de la carne, trata cada día de llevarla a la santidad.

La moneda perdida. Narraba Jesús el caso de aquella mujer a la cual se le
perdió una moneda de plata, lo que equivalía al mercado de un día para la familia y
ella se dedica a barrer la casa y a sacudir esteras y muebles hasta que logra
encontrarla, muy contenta invita a las vecinas a que la feliciten por la gran alegría
que siente al haber recuperado la moneda perdida. Y Jesús en ese hermoso
capítulo 15 del Evangelio de san Lucas en el cual narra estas parábolas, nos habla
de que en el cielo, Dios y sus ángeles sienten gran alegría por un alma que estaba
ya pérdida y que vuelve a recuperarse para el Reino de Dios. También Dios siente
la alegría de encontrar lo que se ha perdido. Y cada uno de nosotros puede proporcionarle
esa alegría al retornar otra vez en nuestra vida de pecado a la vida de
gracia y santidad. Y el más interesado en que esto suceda es nuestro Divino
Salvador.

Estoy a la puerta y llamo. En el Libro del Apocalipsis dice Jesús: "He aquí que
estoy a la puerta y llamo. Si alguien me abre la puerta de su alma, entraré y
cenaremos juntos" (Ap 3, 21). Con esto demuestra Nuestro Señor el gran deseo
que Él tiene de vivir en nuestra alma, dialogar con nosotros y regalarnos sus dones
y gracias. Y si viene con tan buena voluntad, ¿no nos concederá los favores que
deseamos?

LOS MEDIOS PARA CONSEGUIR LA CONFIANZA EN DIOS

Cuatro son los medios para lograr progresar en la confianza en Dios.

El primero: pedirla muchas veces y con humildad, en nuestra oración. Jesús
prometió: "Todo el que pide recibe. Mi Padre dará el buen espíritu a quien se lo
pida" (Lc 11, 11).

El segundo medio es: pensar en el gran poder de Dios y en su infinita
bondad, que lo mueve a conceder siempre mucho más de lo que se le suplica.
Recordar lo que el ángel le dijo a la Virgen María: "ninguna cosa es imposible
para Dios" (Lc 1, 38).

Es muy provechoso pensar de vez en cuando que Dios por su inmensa bondad y
por el exceso de amor con que nos ama, está siempre dispuesto y pronto a darnos
cada hora y cada día todo lo que necesitemos para la vida espiritual y para
conseguir la victoria contra el egoísmo y las malas inclinaciones, si le pedimos con
filial confianza. El Salmo 145 dice: "Dios satisface los buenos deseos de sus
fieles".

ALGO QUE CONVIENE RECORDAR

Para aumentar la confianza en Nuestro Señor, pensemos que por 33 años ha vivido
en esta tierra en medio de sacrificios y sufrimientos, para lograr salvar nuestra alma.
Recordemos que cada uno de nosotros somos la oveja extraviada que por sus
imprudencias se alejó del rebañe del Señor, y Él nos ha venido llamando noche y
día para que volvamos a ser del grupo de los que lo van a acompañar en el cielo
para siempre. Sudor, sangre y lágrimas ha tenido que derramar para obtener que
volvamos a ser del número de sus ovejas fieles. Sí por una oveja que se extravió se
arriesgó a ir tan lejos a buscarla, ¿cuánto más nos ayudará a quienes lo buscamos
y clamamos e imploramos su ayuda? Cuando escucha que la oveja brama desde el
precipicio donde ha caído, temerosa de los aullidos de los lobos que ya se
escuchan a lo lejos, el buen Pastor corre a protegerla y defenderla. Y no la humilla,
ni la golpea, ni le echa en cara su imprudencia, sino que cariñosamente la lleva
sobre sus hombros hasta donde está el grupo de las ovejas que han permanecido
fieles. Consideremos que nuestra alma está representada en esa pobre oveja, a la
cual Jesús se interesa inmensamente por salvarla de los peligros del mundo, del
demonio y de la carne, trata cada día de llevarla a la santidad.

La moneda perdida. Narraba Jesús el caso de aquella mujer a la cual se le
perdió una moneda de plata, lo que equivalía al mercado de un día para la familia y
ella se dedica a barrer la casa y a sacudir esteras y muebles hasta que logra
encontrarla, muy contenta invita a las vecinas a que la feliciten por la gran alegría
que siente al haber recuperado la moneda perdida. Y Jesús en ese hermoso
capítulo 15 del Evangelio de san Lucas en el cual narra estas parábolas, nos habla
de que en el cielo, Dios y sus ángeles sienten gran alegría por un alma que estaba
ya pérdida y que vuelve a recuperarse para el Reino de Dios. También Dios siente
la alegría de encontrar lo que se ha perdido. Y cada uno de nosotros puede proporcionarle
esa alegría al retornar otra vez en nuestra vida de pecado a la vida de
gracia y santidad. Y el más interesado en que esto suceda es nuestro Divino
Salvador.

Estoy a la puerta y llamo. En el Libro del Apocalipsis dice Jesús: "He aquí que
estoy a la puerta y llamo. Si alguien me abre la puerta de su alma, entraré y
cenaremos juntos" (Ap 3, 21). Con esto demuestra Nuestro Señor el gran deseo
que Él tiene de vivir en nuestra alma, dialogar con nosotros y regalarnos sus dones
y gracias. Y si viene con tan buena voluntad, ¿no nos concederá los favores que
deseamos?

Tuesday, September 20, 2016

LA CONFIANZA EN DIOS

Aunque la desconfianza en nosotros mismos es tan importante y tan necesaria
en este combate, sin embargo si lo único que tenemos es esa desconfianza,
seguramente vamos a ser desarmados y derrotados por los enemigos espirituales.

Es absolutamente necesario que tengamos una gran confianza en Dios, que
es el autor de todo lo bueno que nos sucede y del único del cual podemos esperar
las victorias en el campo espiritual. Porque así como por nosotros mismos lo que
vamos a conseguir serán frecuentes faltas y peligrosas caídas lo cual nos debe
llevar a vivir siempre desconfiando en nuestras solas fuerzas así también podemos
estar seguros que de la ayuda de Dios y de su gran bondad podemos esperar
victoria contra los enemigos de nuestra salvación, progreso en la virtud y
crecimiento en perfección, si desconfiando de la propia debilidad y de las malas
inclinaciones que tenemos y confiando grandemente en el poder divino y en el
deseo que Nuestro Señor tiene de ayudarnos, le rogamos con todo el corazón que
venga a socorrernos.

Monday, September 19, 2016

CONDICION SIN LA CUAL NO

Si no aceptamos que nos desprecien y nos humillen, no conseguiremos jamás la
desconfianza en nosotros mismos, porque ésta se basa en la verdadera humildad la
cual nunca se consigue sin recibir humillaciones y se basa también en un
reconocimiento sincero de que por nosotros mismos no merecemos sino desprecio
y humillación.

No aguardar para cuando sea demasiado tarde. Es mejor ir aceptando las
pequeñas humillaciones que nos van llegando a causa de las debilidades y miserias
cada día, y que no nos suceda como a las personas muy orgullosas y creídas que
solamente abren los ojos para reconocer su debilidad y malas inclinaciones cuando
les suceden grandes y vergonzosas caídas. Les sucede lo que decía san Agustín:
"Temo que vas a caer en faltas que te humillarán mucho, porque noto que tienes
demasiado orgullo".

Cuando Dios ve que los remedios más fáciles y suaves no producen efecto para
hacer que una persona reconozca su incapacidad para resistir con sus solas
fuerzas contra los ataques del mal y conseguir su santificación, permite entonces,
que le sucedan caídas en pecado, las cuales serán más o menos frecuentes y más
o menos graves, según sea el grado de orgullo y presunción que esa alma tenga. Y
si hubiera una persona tan exenta y libre de esa vana confianza en sus propias
fuerzas, como por ejemplo la Santísima Virgen María, lo más seguro es que no
caería jamás en falta alguna.

Buena consecuencia. De todo esto debes sacar la siguiente conclusión: que
cada vez que caigas en alguna falta reconozcas humildemente que por tu propia
cuenta sin la ayuda de Dios, no eres capaz ni siquiera de fabricar un buen
pensamiento o de resistir a una sola tentación y le pidas al Señor que te conceda su
luz e iluminación para convencerte de tu propia nada y de la necesidad absoluta e
indispensable que tienes de la ayuda divina; y te propongas no presumir ni pensar
vanamente que por tu propia cuenta vas a conseguir la santidad o la virtud. Porque
si te crees lo que no eres y te imaginas que podrás lo que no puedes, seguramente
seguirás cayendo en las mismas faltas de antes y quizás hasta las cometas aún
peores.

Friday, September 16, 2016

LA DESCONFIANZA QUE SE HA DE TENER DE SI MISMO

El cuarto remedio consiste en que cuando caemos en alguna falta, reflexionemos
acerca de cuán grande es nuestra debilidad e inclinación al mal, y pensemos que
probablemente Dios permite las culpas y caídas para iluminarnos mejor acerca de
la impresionante incapacidad que tenemos para conseguir por la propia cuenta la
santificación y aprendamos así a ser humildes y reconocer las limitaciones y
aceptar ser menospreciados por los demás.

Thursday, September 15, 2016

LA DESCONFIANZA QUE SE HA DE TENER DE SI MISMO

Hay un tercer remedio para adquirir la desconfianza en sí mismo (respecto al
lograr conseguir por nuestra propia cuenta la santidad) y consiste en acostumbrarse
poco a poco a no fiarse de las propias fuerzas para lograr mantener el alma sin
pecado, y a sentir verdadero temor acerca de las trampas que nos van a presentar
nuestras malas inclinaciones que tienden siempre hacía el pecado; a recordar que
son innumerables los enemigos que se oponen a que consigamos la perfección, los
cuales son incomparablemente más astutos y fuertes que nosotros y aun logran
hacer lo que ya temía san Pablo:

"Se transforman en ángeles de luz, para engañarnos" (1Co 11, 14)
 y con apariencia de que nos están guiando hacía el cielo nos ponen trampas contra nuestra salvación.

Con el salmista podemos repetir:
"¡Cuántos son los enemigos de mi alma, Señor! Y la odian con odio cruel".  Y no nos
queda sino repetirle la súplica del Salmo 12:

"Señor: ¿Hasta cuándo van a triunfar los enemigos de mi alma? Que no pueda decir mi enemigo: le he vencido: "Qué no se alegren mis adversarios de mi fracaso".

Wednesday, September 14, 2016

LA DESCONFIANZA QUE SEA HA DE TENER EN SI MISMO

El segundo remedio es pedir con fervor y humildad, muy frecuentemente a Dios
la gracia de confiar en Él y desconfiar de nosotros mismos. Porque esto es un
regalo del cielo y para conseguirlo es necesario ante todo reconocer de que no
poseemos la desconfianza necesaria, luego convencernos de que la desconfianza
en nosotros mismos no la vamos a conseguir por nuestra propia cuenta sino que es
necesario postrarse humildemente en la presencia del Señor y suplicarle por infinita
bondad que se digne concedérnosla. Y podemos estar seguros que si
perseveramos pidiéndosela, al fin nos la concederá.

Tuesday, September 13, 2016

LA DESCONFIANZA QUE SE HA DE TENER EN SI MISMO

La desconfianza en sí mismo es sumamente necesaria en el combate espiritual,
que sin esta cualidad o condición, no solamente no podremos triunfar contra los
enemigos de nuestra santidad, si no que ni siquiera lograremos vencer las más
débiles de nuestras pasiones. Siempre se cumplirá lo que dijo la profetisa Ana en la
Biblia: "No triunfa el ser humano por su propia fuerza" (cf. 1S 2, 9). Y lo que
anunció el profeta: "mi pueblo dijo: 'soy fuerte'. Puedo resistir solo al enemigo. Y fue
entregado en poder de sus opresores".

Es necesario grabar profundamente en nuestra mente esta verdad, porque
sucede desafortunadamente que aunque en verdad no somos sino nada y miseria,
sin embargo tenemos una falsa estimación de nosotros mismos, creyendo sin
ningún fundamento, que somos algo, que podemos algo, que vamos a ser capaces
de vencer por nuestra cuenta y con las propias fuerzas.

Este error es funesto y trae fatales consecuencias y es efecto de un dañoso
orgullo que desagrada mucho a los ojos de Dios. Y si lo aceptamos se cumplirá en
cada uno lo que cuenta el salmista: "Yo creía muy tranquilo; no fracasaré jamás.
Pero alejaste oh Dios tu ayuda de mi lado, y caí en derrota y opresión" (Sal
30).

Tenemos que convencernos que no hay virtud, ni cualidad, ni buen proceder en
nosotros que no proceda de la bondad y misericordia de Dios, porque nosotros
mismos como dice san Pablo, ni siquiera podemos decir por propia cuenta que
Jesús es Dios. "Toda nuestra capacidad viene de Dios. Pues Dios es el que
obra en nosotros el querer y el obrar" (Flp 2, 13). Por nuestras solas fuerzas lo
que somos capaces de producir es: maldad, imperfección y pecado.

La desconfianza es sí mismo es un regalo del cielo y Dios la concede en
mayor grado a las almas que tiene destinadas a más alta dignidad, hasta que
puedan repetir lo que decía aquella famosa mujer de la antigüedad, santa Ildegarda:
"De lo único que puedo tener absoluta seguridad en cuanto a mí misma, es de
mi pavorosa debilidad para pecar y de mi terrible inclinación hacia el mal".

Un camino: Dios lleva al alma hacía la desconfianza en sí misma permitiendo
que le lleguen tentaciones casi insuperables, caídas humillantes, reacciones
inesperadas, que aparezcan en su naturaleza unas inclinaciones inconfesables y
dejándola por ciertos tiempos en una tan oscura noche del alma que hasta para
decir un Padrenuestro siente fatiga y desgano. De manera que se llegue a adquirir
la convicción de la total impotencia e incapacidad para caminar hacía la perfección
y la santidad, si el poder de Dios no viene a ayudar.

Los remedios. El principal remedio, de los cuatro que vamos a aconsejar es
pensar y meditar hasta convencerse de que por las propias y solas fuerzas
naturales no somos capaces de dedicarnos a obrar el bien y a evitar el mal, ni de
comportarnos de tal manera que merezcamos entrar al Reino de los cielos. En
nuestra memoria deben estar siempre aquellas palabras de Jesús: "Sin mí, nada
podéis hacer".

Monday, September 12, 2016

ALGO QUE ES MUY AGRADABLE A DIOS.

La guerra que tenemos que sostener para llegar a la santidad es la más difícil de todas las guerras, porque tenemos que luchar contra nosotros mismos, o como dice san Pedro: "Tenemos que luchar contra las malas inclinaciones de nuestro cuerpo que combaten contra el alma" (cf. 1P 2, 11).

 Pero precisamente porque elcombate es más difícil y más prolongado, por eso mismo la victoria que se alcanza es mucho más agradable a Dios y más gloriosa para quien logra vencer; porque aquí se cumple lo que dice el Libro Santo: "Quien se domina a sí mismo, vale más que quien domina una ciudad" (Pr 16, 32).

 Lograr dominar las propias pasiones, refrenar las malas inclinaciones, reprimir los malos deseos y malos movimientos que nos asaltan, es una obra que puede resultar ante Dios más agradable que si ejecutáramos obras brillantes que nos dieran fama y popularidad. Y por el contrario, pudiera suceder que aunque hiciéramos muchas obras externas admirables ante la gente, en cambio ante Dios no seamos agradables porque aceptamos en nuestro corazón seguir las malas inclinaciones de nuestra naturaleza y nos dejamos llevar y dominar por las pasiones desordenadas.

Por eso debemos tener cuidado no sea que nos contentemos con dedicarnos a hacer obras que ante los demás nos consiguen fama y prestigio, mientras tanto dejemos que los sentidos se vayan hacía el mal, la sensualidad nos domine y las malas costumbres se apoderen de nuestro modo de obrar. Sería una equivocación fatal.

Cuatro condiciones. Hemos visto en qué consiste la perfección espiritual o santidad y qué ventajas tiene. Ahora vamos a tratar de las cuatro condiciones que son necesarias para lograr adquirir dicha perfección, conseguir la palma de la victoria y quedar vencedores en la batalla por salvar el alma y conseguir alto puesto en el cielo. Estas cuatro condiciones son: Desconfianza de nosotros mismos,
confianza en Dios, ejercitar las cualidades que se tienen y dedicarse a la oración. Las vamos a explicar en los capítulos siguientes.


NO SE RECIBIRÁ
LA CORONA DEL PREMIO
SI NO SE COMBATE
DE ACUERDO 
CON LAS REGLAS 
Y EL REGLAMENTO 

(2Tm 2, 25)

Cap. 1 El Conbate Espiritual.

Sunday, September 11, 2016

COMBATE DURO, PERO PREMIO GRANDE

Estamos escribiendo para quienes no se contentan con llevar una vida mediocre,
sino que aspiran a obtener la perfección espiritual y la santidad.

* Para esto esnecesario combatir continuamente contra las inclinaciones malas que cada cual siente hacia el vicio y el pecado.

*  dominar y mortificar los sentidos, tratar de arrancar de nuestra vida las malas costumbres que hemos adquirido.

* lo cual no es posible sin una dedicación infatigable y continua a la tarea de conseguir la perfección y la santidad.

* tener siempre un ánimo pronto, entusiasta y valiente para no dejar de luchar por tratar de ser mejores.

Pero el premio que nos espera es muy grande, san Pablo dice

 "Me espera una corona de gloria que me dará el Divino Juez, y no sólo a mí sino a todos los que hayan esperado con amor su Manifestación" (cf. 2Tm 4, 8).

 "Pero nadie recibirá la corona sino ha combatido según el reglamento" (2Tm 2, 5).

El combate Espiritual 

Saturday, September 10, 2016

Cuota inicial grande para una adquisicion inmensa.


Alguien dirá: 


"Es que son demasiadas condiciones las que se piden".

La razón es esta:
lo que se va a obtener no es una perfección cualquiera, o de segunda clase sino la verdadera santidad.

Por eso, porque lo que se aspira conseguir es de inmenso valor, las cuotas que se exigen son también altas. Pero no son imposibles.

Aquí hay que repetir lo que decía Moisés en el Deuteronomio:

"Los mandatos que se dan no están por encima de tus fuerzas, ni son algo extraño que tú puedas no practicar"  (Dt 30).

Cap. 1 El Combate Espiritual.

Friday, September 9, 2016

¿Cuál es la base, entonces, para obtener la perfección?

La base de la perfección y santidad consiste en cinco cosas:

En conocer y meditar la grandeza y bondad infinita de Dios, nuestra debilidad e inclinación tan fuerte hacía el mal. Es la gracia que durante noches enteras pedía san Francisco de Asís en su oración, hasta que logró conseguirla: "Señor: conózcate a TI; conózcame a mí".

Aceptar ser humillados, y sujetar nuestra voluntad no sólo a la Divina Majestad, sino a las persona que Dios ha puesto para que nos dirijan, aconsejen y gobiernen.

En hacerlo y sufrirlo todo únicamente por amor a Dios y por la salvación de las almas; por conseguir la gloria de Dios y lograr agradarle siempre a Él. Así cumplimos el primer mandamiento que dice: "Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma, y sobre todas las cosas".

Cumplir lo que exige Jesús: Negarse a sí mismo, aceptar la cruz de sufrimientos que Dios permite que nos lleguen, seguir a Jesús imitando sus ejemplos; aceptar su yugo que es suave y ligero, y aprender de Él que es manso y humilde de corazón (cf. Mt 11, 22).

Obedecer lo que conseja san Pablo: imitar el ejemplo de Jesús que no aprovechó su dignidad de Dios, sino que se humilló y se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz (cf. Flp 2).